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  • INTERVIEW
  • 18 de mayo de 2020

Entrevista con El País

Entrevista con Philip R. Lane, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, realizada por Luis Doncel el 11 de mayo y publicada el 18 de mayo de 2020

Desde que el brote de COVID-19 se extendió por Europa, el BCE ha regado el mercado con compras masivas de deuda y liquidez para la banca, pero no parece haber sido suficiente. ¿Qué herramientas le quedan en la recámara?

Las condiciones de financiación empeoraron como respuesta a la propagación del virus y las medidas de contención en Europa y el mundo. Era crucial contrarrestar aquellas fuerzas que podrían amplificar el impacto y evitar que un shock temporal perjudique la actividad económica a largo plazo. Y nuestra política monetaria está haciendo una contribución importante ya asegura las condiciones monetarias y financieras necesarias para el restablecimiento de la actividad económica ahora que muchos países comienzan la desescalada. Nuestro Programa de Compra de Emergencia Pandémica, lanzado en marzo, busca asegurar que las condiciones financieras sigan siendo suficientemente favorables y ayudar a estabilizar los mercados. Estas compras de activos se complementan con un programa de préstamos específicos y medidas de flexibilización del colateral que el BCE acepta como garantía. Ello asegura que nuestra política monetaria se transmite fluidamente de los bancos a las empresas y hogares. Es decir, el BCE ha hecho mucho. Y estamos monitorizando continuamente la situación y listos para ajustar todos nuestros instrumentos si es necesario.

Se espera que el BCE anuncie en su reunión de junio un incremento del programa de compras de emergencia pandémica, lanzado en marzo por valor de 750.000 millones de euros.

Somos una institución orientada a objetivos y esto se aplica también a nuestras medidas de política monetaria. El programa de compras de emergencia busca mejorar las condiciones monetarias y estabilizar los mercados financieros. La cifra exacta es secundaria. Siempre estamos calculando si hacemos lo suficiente y si hay riesgo de inestabilidad. Aún faltan tres semanas para la reunión de junio, y estamos analizando la situación. Si vemos que las condiciones financieras empeoran o que la presión en mercados de bonos individuales no refleja los fundamentos económicos, entonces podemos ajustar el volumen o duración de las compras. El objetivo es asegurar que las condiciones financieras son apropiadas para todos los mercados y ayudar a contrarrestar, en lugar de amplificar, el impacto de la pandemia en la economía.

La justicia alemana acaba de declarar parcialmente inconstitucional el programa de compra de deuda impulsado por Mario Draghi. Aunque este fallo no se refiera explícitamente las nuevas adquisiciones de bonos impulsadas a raíz de la pandemia, ¿se reduce ahora considerablemente el margen de maniobra del BCE para futuras decisiones?

No, no estoy de acuerdo. Tras la sentencia del Constitucional alemán hemos dicho que seguimos centrados en nuestro mandato. Siempre que actuamos, ya sea mediante tipos de interés o compra de activos, buscamos asegurar la estabilidad de precios en el medio plazo. Estamos seguros de que todo lo que hacemos es necesario para cumplir nuestro mandato. Y haremos lo necesario para conseguir ese objetivo.

¿Puede el BCE actuar en contra del país más importante de la eurozona?

Somos un banco central independiente. El BCE es una institución única, con 19 países miembros, lo que puede provocar algún dolor de cabeza. Pero el hecho de que 19 países se estén vigilando también ayuda a garantizar que seamos independientes. Y la independencia viene con responsabilidad: rendimos cuentas el Parlamento Europeo, y, por supuesto, estamos sujetos a las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ya ha fallado a favor de nuestro programa de compra de activos del sector público.

¿Qué responden a la acusación alemana de mezclar política fiscal y monetaria y de sobrepasar sus competencias?

La política monetaria actúa sobre los tipos de interés y eso siempre tiene implicaciones para las condiciones financieras de todos los sectores de la economía: empresas, hogares y también gobiernos. Pero lo que el Tratado europeo descarta explícitamente es que podamos financiar directamente a los gobiernos. Por eso tenemos cuidado de mantenernos a una buena distancia de eso, lo que ha sido confirmado por las sentencias judiciales. La inflación ha sido muy baja y hemos tenido que implementar medidas expansivas de política monetaria para elevarla a niveles más cercanos a nuestro objetivo de “por debajo, pero cerca, del 2%”. En otras circunstancias en el pasado, el BCE también tomó decisiones, como subir los tipos de interés, que no fueron universalmente populares y no gustaron a algunos Gobiernos. Nuestra independencia es crucial si queremos cumplir nuestro mandato.

Christine Lagarde fue muy criticada en marzo cuando dijo que el BCE no estaba para reducir las primas de riesgo. ¿Ha demostrado el organismo, por la vía de los hechos y en contra de las palabras de su presidenta, que sí es su tarea?

Antes de esta crisis había diferencias significativas en los tipos de interés que los diferentes países tenían que pagar por su propia deuda. En tiempos normales, estos diferenciales reflejan fundamentos económicos de cada país, incluidos los niveles de deuda pública. Esto no es algo que tratemos de eliminar. Pero en marzo, las primas de riesgo se ampliaron rápidamente, de una manera que los fundamentos no pudieron explicar. Cuando hay turbulencias y los diferenciales se amplían rápidamente debido a la dislocación del mercado, el banco central debe actuar como un factor estabilizador. Esto es especialmente cierto en una unión monetaria, donde se pueden intercambiar fácilmente bonos de un país a otro sin cambiar de moneda. La presencia estabilizadora de los bancos centrales puede evitar que haya una fuga de capital a mercados considerados más seguros y que se dé una falta de liquidez en los mercados de bonos soberanos individuales. Y esto precisamente es lo que prometimos hacer.

El BCE prevé para este año una caída del PIB de la eurozona de entre el 5% y el 12%. Hay riesgos de nuevos brotes y cada vez es más evidente que tendremos que acostumbrarnos a estrictas medidas que lastrarán aún más la economía. ¿Se están cumpliendo los peores escenarios que acercan el desplome al 12%?

Los escenarios que presentamos reflejan la situación actual. En marzo la pandemia ya había destruido gran parte de la actividad. Esta situación se agravó en abril, cuando vimos una caída de la actividad muy profunda en todas partes. Ahora la foto está cambiando y algunos países empiezan con el desconfinamiento. La evolución futura depende en gran medida de la rapidez con que se puedan aliviar las restricciones a la actividad económica, pero también de cómo nos adaptemos a vivir con el virus y de si los consumidores son más reacios a consumir y si las empresas retienen la inversión. Desde la perspectiva de hoy, parece poco probable que la actividad económica vuelva a su nivel anterior a la crisis antes de 2021, si no más tarde.

¿Qué forma tendrá la salida de la crisis?

Una crisis como esta no tiene precedentes y eso hace más difícil poder predecir la forma exacta que la recuperación tendrá. Lo que sabemos seguro es que la mayor caída será en la primera mitad del año, y estas terribles condiciones económicas deberían dejarse a tras poco a poco, semana a semana, mes a mes.

La salida será muy distinta de un país a otro, en función de su potencia económica y la solidez de sus finanzas públicas. ¿Aumentarán aún más las diferencias Norte-Sur en la Europa post-crisis?

La respuesta fiscal ha sido esencial. Todos los Gobiernos han podido impulsar políticas fiscales, si bien no con la misma intensidad. Toda Europa se beneficia cuando un país como Alemania da una respuesta más enérgica a la crisis porque, por ejemplo, puede impulsar las exportaciones españolas o irlandesas. No deberíamos ver estas diferencias necesariamente como algo negativo. Es una buena noticia que los países con finanzas sólidas respondan con contundencia a la crisis. Pero es también importante que todos los países puedan recuperarse y ahí aquellos que toman decisiones juegan un papel central. El BCE asegurará condiciones de financiación estables para todos los países.

La UE discute ahora cómo será el fondo de recuperación que debe evitar una depresión. Si finalmente el acuerdo se basa más en préstamos que en transferencias, ¿serviría para salir del bache a países ya muy endeudados como España o Italia? ¿Qué proporción entre préstamos y transferencias sería sostenible?

En lugar de un debate entre transferencias o préstamos, creo que es más interesante verlo en términos de qué debería financiarse a nivel europeo y qué a nivel nacional. Una de las propuestas es aumentar el presupuesto europeo y que la Comisión distribuya los fondos. Una de las ventajas de esto sería que no representaría un aumento de la deuda pública nacional, y mantener bajo el coste de la deuda ayudará a los gobiernos a luchar contra la pandemia. Instrumentos como el programa SURE de la Comisión, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede) o el Banco Europeo de Inversiones (BEI) también ayudan en ese sentido.

Muchos ciudadanos en España o Italia aguardan a la respuesta europea como una prueba de solidaridad. ¿Teme un auge del nacionalismo y del antieuropeísmo si esta respuesta no es lo rotunda que se espera?

No hay duda de que España e Italia han estado en la primera línea de esta batalla. Y entiendo las críticas que dicen que la respuesta inicial ha sido algo lenta, pero la solidaridad europea tiene muchas caras. El BCE ha intervenido como una fuente muy importante de estabilidad, lo que ha beneficiado a todos los países. Estar en la unión monetaria ha hecho que el shock para algunos países haya sido económica y financieramente menor de lo que habría sido si hubieran estado fuera, lo que muestra las ventajas del euro. Además, la creación durante estos años de la unión bancaria y del Mede [fondo de rescate europeo] ha aportado estabilidad. Sin un supervisor bancario único europeo, no habría habido una respuesta tan rápida y efectiva como la que hemos visto. Por lo tanto, hay claras ventajas de ser miembro del euro. Pero sí, estoy de acuerdo en que aún queda mucho por hacer para enfrentar esta crisis sin precedentes. En particular, es importante asegurarse de que existe financiación para proteger contra los riesgos y apoyar la recuperación en todos los países de la UE. Para ello se necesita una acción política conjunta y coordinada.

El Gobierno español última su proyecto de renta mínima, diseñado para ayudar a un millón de familias vulnerables. ¿Cree conveniente un instrumento temporal o una ayuda permanente que reduzca la desigualdad a largo plazo?

No me corresponde a mí intervenir en la política española. De modo general, a menudo vemos que los debates sobre las redes de seguridad cambian cuando un país atraviesa una recesión. Ahí una red de seguridad proporciona solidaridad y también es importante desde una perspectiva macroeconómica. Un shock a gran escala para los ingresos de los hogares es desestabilizador para la economía en su conjunto, por lo que amortiguar el shock ayuda. En estas situaciones, el debate de si una red de seguridad puede interferir con la eficiencia del mercado laboral no es la preocupación más inmediata.

En España, más de 3,5 millones de trabajadores se han beneficiado de los ERTE. ¿Hasta qué punto estos mecanismos de protección temporales servirán para evitar una destrucción permanente de empleo?

Todo el mundo está de acuerdo en que es importante establecer mecanismos de protección para las personas cuyos trabajos se han visto afectados por las actuales circunstancias. Esto se puede hacer con seguros de desempleo generosos o con nóminas financiadas públicamente que mantengan a los trabajadores conectados con su empleador. Cuál de estas medidas es más apropiada dependerá de varios factores, entre ellos si las empresas son viables a largo plazo y si hay suficiente demanda de trabajadores.

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